Spectrum en el Teatro Linbury de la Royal Opera House: bailó a toda velocidad


(Toti Ferrer)

“¿Carlos estará bailando?” preguntó el caballero a mi lado. Acosta Danza es esa cosa rara: una compañía de baile donde el dibujo estrella no actúa ni coreografía, sino que acecha en el membrete, agregando glamour por poder.

Carlos Acosta no estaba en el escenario, 50 en junio, sus días de baile ahora son menos frecuentes. Fundó esta compañía en 2015 como un escaparate del talento de la danza contemporánea cubana, tan prodigioso como los famosos artistas de ballet de la nación, y estas impresionantes comisiones y bailarines candentes pueden hablar por sí mismos.

Los 10 bailarines son extraordinarios, con energía para quemar. Todo se baila a toda velocidad: ¿por qué temblar cuando puedes moverte, por qué inclinarte cuando puedes doblarte en dos? Acosta reúne cinco piezas complicadas en un espectro de estilos de baile de prueba, y acierta en cada una de ellas.

La velada comienza con un estreno europeo: la actuación de la coreógrafa estadounidense en ascenso Micaela Taylor. Su estilo se basa en movimientos abruptos y gráficamente dibujados: barbillas sobresalientes y caderas que se mueven rápidamente, todo con cambios de iluminación igualmente rápidos y una partitura industrial ruidosa.

  (Lester Vila Pereira)

(Lester Vila Pereira)

Hay tantos momentos nítidos: dúos agazapados, formaciones de conjuntos chisporroteantes, o cinco hombres agarrándose el corazón como si estuvieran enamorados mientras dos mujeres simplemente tosen y siguen moviéndose. A pesar de todos los movimientos llamativos, el crujido implacable, paradójicamente, deja que la tensión disminuya; aun así, es un comienzo contundente.

En Faun de Sidi Larbi Cherkaoui, un riff apasionado de L’après-midi d’un faune, la partitura original de Debussy se corta con música nueva de Nitin Sawhney mientras dos inocentes en un bosque moteado descubren cómo funcionan sus cuerpos.

Los bailarines se lanzan a su lenguaje límpido. El robusto Alejandro Silva amenaza con desplomarse cuando saca una pierna o empuja su torso hacia atrás, moviéndose con una velocidad y un peso asombrosos. De manera similar, Zeleidy Crespo empuja sus brazos sinuosos y su intrincado juego de pies hasta el límite: la pareja que se acaricia se desliza entre las piernas o gira sobre sus vientres como tortugas. Es una grapa maravillosamente sudorosa y cachonda.

Después del intervalo, tres lenguajes de baile distintivos más. En el Portal de extremidades sueltas, del coreógrafo español Juanjo Arqués, los bailarines sostienen linternas para iluminar los solos de sus colegas y enfrentar todos los desafíos con temeraria seguridad. Un violonchelo pone banda sonora a las intimidades angustiosas de Nosotros, de Beatriz García y Raúl Reinoso. Una pareja se enreda en la necesidad, la angustia y la dependencia: casi un ballet de ruptura, es la pieza más clásica del cartel.

Cerrando la velada, Alrededor no hay nada del madrileño Goyo Montero es una breve y cortante serie de cameos ásperamente grabados, ambientada en una enfática voz en off de poemas de Joaquín Sabina. Anhelando subtítulos, busqué a tientas la interacción entre el texto y el movimiento giratorio de jacknife. Pero incluso si algunas cosas no se traducen, estos fabulosos bailarines hablan directo al corazón.

Linbury Theatre, al 30 de enero; roh.org.uk



Source link-33