Casi hasta el extremo, «Barry» continúa subvirtiendo las expectativas, inventando un nuevo tipo de coreografía de acción que nunca se desarrolla de manera convencional. «Wow» fue precedido por una configuración clásica en la que Sally y su hijo John fueron tomados como rehenes por Hank para sacar a Barry, creando todas las trampas de un tiroteo clásico y sangriento. En cambio, Fuches y sus hombres llegan con armas apuntando antes de que Barry tenga la oportunidad de jugar al héroe.
Fuches le da a Hank un ultimátum, diciendo que todos pueden matarse entre sí o Hank puede admitir que la muerte de Cristóbal fue culpa suya, independientemente de si fue un accidente o no. En prisión, Fuches ha sido moldeado brutalmente, día tras día, para convertirse en el hombre que realmente es, y quiere que Hank admita que está fingiendo ser alguien que no es. Hank se doblega bajo la presión y se derrumba por años de dolor reprimido, con la estatua de Cristóbal mirando de reojo detrás de él.
Es una toma increíblemente bien hecha que hace que parezca que la estatua y el espíritu de Cristóbal están escuchando y juzgando a Hank cuando comienza a contarle a Fuches la misma historia que él ha estado tratando de contarse a sí mismo durante años. Pero no fue un accidente, y Hank finalmente se derrumba frente a todos, justo antes de que Fuches le dispare repentinamente en el estómago, provocando el estallido repentino de violencia casi cómica por la que «Barry» se ha hecho famoso.
Demostrando que los mejores momentos de «Barry» siempre llegan en los momentos más inoportunos, Hank fallece tendido a los pies de la estatua de Cristóbal agarrando su mano dorada. Con su último aliento, se convierte en parte del monumento a la amante que había asesinado, una imagen que sería casi risible si no fuera tan inesperadamente desgarradora.