Esto muestra la influencia de Donald Trump, quien ayuda a determinar el rumbo de la potencia mundial entre bastidores. Pero su plan de obligar a los ucranianos a rendirse conduce al desastre.
Los soldados ucranianos se están quedando sin municiones de artillería occidental. A menudo tienen que conformarse con restos soviéticos, como estos viejos cohetes Grad.
Si cada palabra de apoyo a Ucrania tuviera el equivalente a un proyectil de artillería, los arsenales ucranianos estarían llenos a reventar. Pero la retórica política es barata y no sustituye a la acción decisiva. El gobierno de Joe Biden lleva años repitiendo el mantra de que Estados Unidos apoyará a Ucrania «durante el tiempo que sea necesario». Pero ese “mientras sea necesario” suena cada vez más vacío. Aunque Ucrania necesita ayuda extranjera con más urgencia que nunca, los suministros de armas de Estados Unidos se han agotado en gran medida.
Bajo el hechizo de Donald Trump
No es Biden el culpable de esto, sino una minoría en el Congreso que es capaz de imponer su voluntad al país. Ella baila al son del expresidente Donald Trump. Logró la asombrosa hazaña de sabotear la política de Washington en Ucrania sin ocupar el cargo. El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, también está bajo el hechizo de Trump, que está sediento de remontada. Como conoce la opinión y el poder de Trump, Johnson está retrasando una votación sobre más ayuda militar con excusas cada vez nuevas.
No es cierto que el presidente Johnson simplemente no entendiera lo que estaba en juego. En 2022, cuando todavía era un diputado ordinario, describió acertadamente el desafío: la invasión rusa estaba socavando el orden mundial y amenazar a todo Occidente. Apoyar a Ucrania contra el régimen de Putin redunda directamente en interés del pueblo estadounidense, enfatizó en televisión. Mantenerse al margen alentaría a “otros dictadores, terroristas, tiranos”. «Cuando ven que Estados Unidos es débil o incapaz de tomar medidas decisivas, invita a todo tipo de agresión».
Al político ahora le preocupa sobre todo una cosa: su propia carrera. De hecho, se encuentra en la posición desventajosa de que un puñado de extremistas republicanos pueden derrocarlo en cualquier momento, como le ocurrió a su predecesor. Estos oponentes internos del partido incluyen a la admiradora de Trump, Marjorie Taylor Greene, quien, en su engaño, acusa a Ucrania de librar una “guerra contra el cristianismo”. Greene amenaza al presidente con un voto de censura si somete a votación un paquete de ayuda para Ucrania.
Es una tragedia que el presidente republicano y, en última instancia, la potencia mundial, Estados Unidos, se deje chantajear por figuras tan fanáticas. Esto muestra exactamente la debilidad de la que Johnson había advertido urgentemente hace dos años.
Tácticas dilatorias sin escrúpulos
Actuar responsablemente significaría presentar a la Cámara de Representantes los 60.000 millones de dólares en ayuda militar, que el Senado había aprobado hacía tiempo con una mayoría de dos tercios. Allí también hay una clara mayoría a favor. En cambio, Johnson está jugando para ganar tiempo y constantemente incumple sus promesas. Su anuncio de que seguiría adelante inmediatamente después de las vacaciones de Semana Santa tampoco se hizo realidad. No ha presentado una versión de la ley que esté lista para ser votada; más bien, las ideas que ha formulado significan que habrá más debates largos.
El bloqueo en el Congreso continúa ahora ya ocho meses – un tiempo demasiado largo para la asediada Ucrania. La falta de granadas y misiles antiaéreos, que en realidad están listos para ser entregados en los arsenales estadounidenses, se cobra cada día vidas en el lado ucraniano. En muchos sectores del frente no quedó más remedio que retirarse con grandes pérdidas. Los ucranianos no se rendirán por eso. Pero es imposible ganar solos y con suministros europeos limitados. El país corre peligro de desangrarse lentamente. Estados Unidos tendría el poder de cambiar el rumbo. En cambio, la potencia mundial se paraliza y traiciona no sólo a los ucranianos, sino también a sus propios intereses.