Covid fue devastador: ¿por qué pretendemos que no sucedió?


<span>Fotografía: Leon Neal/Getty Images</span>» src=»https://s.yimg.com/ny/api/res/1.2/fruAxlG4jlPtLnmGBiQ7pw–/YXBwaWQ9aGlnaGxhbmRlcjt3PTk2MDtoPTU3Ng–/https://media.zenfs.com/en/theguardian_763/06da507c524f92fd7a56585e32fab408″ data-src=»https://s.yimg.com/ny/api/res/1.2/fruAxlG4jlPtLnmGBiQ7pw–/YXBwaWQ9aGlnaGxhbmRlcjt3PTk2MDtoPTU3Ng–/https://media.zenfs.com/en/theguardian_763/06da507c524f92fd7a56585e32fab408″/></div>
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<p><figcaption class=Fotografía: Leon Neal/Getty Images

Mi mejor amiga ha estado enferma y nos ha llevado a ambos a marzo de 2020. Para ella, es despertar el trauma real de estar muy mal y esperar, luchando por respirar, una ambulancia que nunca llegó. Tuve mucha más suerte, pero revivió los recuerdos de tratar de mantenerme en contacto con ella, despertarme cada mañana aterrorizado de que no respondiera mis mensajes, ya que nuestro vecino saludable y en forma robusta murió en el hospital, su pareja no pudo visitarla.

Covid fue tan malo para muchos, ¿por qué no hablamos más de eso? A mi amigo, que sufre mucho por el largo Covid, le cuesta entender la negativa de muchas personas a pensar o hablar sobre la pandemia; su renuencia a comprender lo que le ha quitado a ella y a tantos otros. Está desconcertada por el aparente deseo de fingir que nunca sucedió, o que no fue gran cosa.

Luego está la ausencia de memorialización formal: el muro conmemorativo de Covid surgió como una reacción a la falta de un equivalente oficial. El tercer aniversario de la detección del primer caso del Reino Unido en York, cerca de donde vivo, llegó y se fue con poco más que un tuit del periódico local. Supongo que la falta de un punto final definitivo lo hace más difícil. No hay armisticio; estamos viviendo un fracaso (en el mejor de los casos: siempre existe el temor de que pueda empeorar nuevamente). Es difícil contarnos una historia clara sobre el Covid cuando no sabemos cómo termina.

Esto también sucedió con la gripe española: el libro de Laura Spinney sobre la pandemia de 1918 describe el “olvido colectivo” y la ausencia de memoriales oficiales. Fue, dice Spinney, recordado «personalmente, no colectivamente… como millones de tragedias discretas y privadas».

Pero seguramente eso ya no es posible ahora, cuando la vida digital significa que todos estamos enredados en las experiencias de los demás en un grado sin precedentes. Ciertamente no puedo olvidar las tragedias privadas que vi y sobre las que leí. Pero descubrí algo más en el libro de Spinney: la palabra nallungarluku – “hacer de cuenta que no pasó”. Es lo que aparentemente aconsejaron hacer los ancianos de una comunidad de Alaska devastada por sucesivas epidemias. ¿Acabamos de decidir todos nallungarluku?

• Emma Beddington es columnista de The Guardian



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