EDF o la historia de una debacle francesa


El despertar es brutal. Los hogares franceses vivían en la dulce ilusión de que la electricidad barata producida por las centrales nucleares de EDF los protegería de las turbulencias causadas por la guerra en Ucrania en el suministro de energía. Incluso fue una oportunidad para mostrar la superioridad del modelo francés, basado en la soberanía nacional, frente a nuestros vecinos alemanes, que se lo habían jugado todo al gas ruso. Pero nada salió según lo planeado.

El cierre de 26 reactores nucleares de los 56 de la flota de EDF hace que Francia sea vulnerable a la escasez de energía y coloca al operador en el centro de las críticas. Una de las primeras misiones del futuro jefe de la operadora, Luc Rémont, elegido por el Elíseo el jueves 29 de septiembre, será relanzar la producción. En 2005, año de su salida a bolsa, EDF produjo alrededor de 430 teravatios hora de electricidad (TWh) de origen nuclear; en 2022, espera 280 a 300 TWh. Este desaire industrial se suma a los reveses sufridos por la industria nuclear francesa para construir nuevas centrales eléctricas de tercera generación (EPR).

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¿A quién culpar? ¿Los dirigentes de EDF o los de Areva –el hermano enemigo fallido–, el ejecutivo, los ecologistas, o Bruselas y su liberalismo desaliñado? Comunistas y republicanos piden la apertura de una comisión parlamentaria de investigación sobre la energía nuclear para arrojar luz sobre este desastre. Si bien es suficiente haber leído a Agatha Christie: “EDF es El crimen del Orient Express. Todos son culpables”corte un ex Bercy que deseaba permanecer en el anonimato, como la mayoría de los grandes testigos solicitados.

Las monedas de los ecologistas

Para Olivier Marleix, presidente del grupo Les Républicains en la Asamblea Nacional, el principal culpable es François Hollande, quien prometió, de cara a su elección como Presidente de la República en 2012, reducir la participación de la energía nuclear en la producción de electricidad del 75% al ​​50% para 2025. “Tenemos una tecnología de oro, que nos proporcionó energía limpia y barata, la sacrificamos en nombre de un acuerdo electoral Partido Socialista [PS]-Los Verdes en 2011: el canje de quince circunscripciones legislativas contra el cierre de veinticuatro reactores nucleares”atacó al señor Marleix, en una entrevista diaria Le Figaropublicado el 5 de septiembre.

En toda Europa, desde finales del siglo XXmi siglo, los ecologistas han monetizado su participación en coaliciones a cambio de una salida de la energía nuclear: así fue en Alemania en 1998, o en Bélgica en 2003. Ya en 1997, el Primer Ministro (PS), Lionel Jospin, había sacrificado el reactor reproductor rápido Superphenix en el altar de un acuerdo PS-Les Verts. En Francia, los Verdes han frenado el desarrollo de «nueva nuclear» tanto más eficiente cuanto que la política energética estuvo durante mucho tiempo en manos del Ministerio de Medio Ambiente.

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